27 de noviembre DIA DEL MAESTRO: ¿Quiero a mi seño?

 


Adrián hoy está muy aplicado con los deberes de matemáticas que les ha puesto a todos la Seño para hacer en clase. Está muy atento para hacerlos bien, para no olvidar las que se llevaba al multiplicar y para que no le molesten las voces de sus compañeros. Pero el ejercicio cuatro no le sale, no entiende qué números debe multiplicar. Si multiplicar 12 por 4 o 4 por 12. Así que levanta la mano y grita:
̶ ¡Mamá! ¿Puedes venir a ayudarme? Tengo una duda.
Toda la clase se quedó en silencio y Sara gritó:
̶ Adrián ha llamado mamá a la Seño. ¡Es un niño de mamá! ¿Te damos el chupete?
Y todos se echaron a reír. Adrián quedó avergonzado y solo miraba el papel de los ejercicios mientras sentía que su cara se ponía colorada como un tomate.
«¿Qué he hecho mal?» se preguntaba Adrián. «A las personas que más quiero y me ayudan mucho les llamo papá y mamá, y no Antonio y Loli. Y si a la Seño la quiero y es buena conmigo... pues ¡claro que la he llamado mamá! Aquí, en el cole, ella me cuida, me enseña, me cura si me caigo, me ayuda siempre con una sonrisa y me regala besos y abrazos tan dulces... que a veces me parecen de caramelo... Ella aquí es como mi mamá, es un poco la madre de todos los de la clase. ¿por qué no le voy a llamar mamá?»
La Seño hizo sentar a todos los niños que estaban de pie con un gesto de enfado, pero sin levantar la voz. Se callaron todos y se sentaron en sus pupitres.
̶ ¿Por qué os reís de Adrián? ¿No lo habéis hecho vosotros alguna vez?
̶ Yo sí, Seño ̶ interrumpió Luis.
̶ Y yo ̶ gritó también Diana.
̶ Claro ̶ afirmó la Seño ̶. Si Adrián quiere mucho a su mamá y ella le ayuda a hacer los deberes en casa, es normal que necesite a su mamá para que le ayude a hacer los ejercicios.
̶ A mí me ayuda mi padre. ̶ Saltó del pupitre Carlos.
̶ A mí mi abuela. ̶Volvió a interrumpir Luis.
̶ Pues para mí es un orgullo que me quiera Adrián como quiere a su mamá. Ya me gustaría que me llamarais todos alguna vez “mamá”, porque eso quiere decir que me queréis mucho. Pero a mí me gusta como lo ha dicho Adrián, con cariño, no por interés como alguno hará. Todos los niños se quedaron pensando que quería mucho a su mamá y que la Seño era tan buena como su mamá. Mientras la Seño se acerca a Adrián, le da un beso en la cabeza y le dice muy bajito:
̶ Gracias por el cariño que me tienes. Ya me lo podrían demostrar más veces tus compañeros ̶ dijo levantando un poco la voz en esto último para que le escuchasen todos ̶. ¿En qué necesitas ayuda? ̶ habló casi susurrando.
Desde ese día, cuando los niños tenían un problema o se les presentaba una dificultad y necesitaba que la Seño les diese cariño, a veces se oía un «mamá» y alguna risilla pícara, pero ya nunca se rieron de la confusión La Seño les había enseñado la importancia de pedir ayuda y de demostrar los sentimientos a los demás. Así que, niños, no hay que tener miedo a decir lo que sentimos, si lo hacemos de corazón.
Noviembre 2020
Javier Alises Fernández

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