HABLAMOS CONTIGO: Gracias, Padre, por el agua,


Gracias, Padre, por el agua,
sencilla y clara, humilde y transparente.
Gracias por su fuerza impetuosa
y por su quietud serena.
Gracias, Padre, por el agua que cada mañana refresca y limpia mi cuerpo,
que se desvela una vez más en la vida.
Gracias, Padre, por el agua de la lluvia
que riega y empapa los campos,
haciendo germinar frutos, hierbas y flores de colores.
Gracias, Padre, por el agua fresca de la fuente que, en los días calurosos de verano, sacia nuestra sed
y nos anima a continuar el camino.
Gracias, Padre, sobre todo,
por el agua de la Vida
que nos da a beber tu Hijo
y que apaga nuestra sed de eternidad,
de amor, de justicia y de paz.

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