Sabemos que María enseñó desde pequeñito a rezar a Jesús y también quiere enseñarnos a nosotros... Ella tenía muchas formas de orar: cuando escuchaba de alguien o leía alguna frase o palabra que le gustaba mucho la repetía muchas veces hasta que se quedaba sellada en su corazón. O, simplemente, se sentaba en un sitio tranquilo, cerraba los ojos... y le contaba sus cosas a Dios: sus penas, sus alegrías, sus preocupaciones...pero lo que más le gustaba era agradecerle todo lo bueno que nos regala en el día a día. ¿por qué no intentarlo nosotros?
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