Érase una vez un niño que amaba mucho un árbol y, cada vez que iba a verle, le cogía unas cuantas hojas y se hacía coronas para jugar al rey del bosque. Subía por su tronco, se columpiaba en sus ramas y se le comía las manzanas. También jugaba a las escondidas. Cuando ya estaba cansado, se sentaba y se dormía a su sombra. Y el niño amaba el árbol... Le amaba mucho. El árbol era feliz
Jesús, hoy es el Día de los bosques. Ayúdame a aprender a amar el bosque, a los arboles y a los animales que lo habitan.
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