Aquiles nos muestra esa curiosidad innata que le lleva a transformarse continuamente: hace crecer los ojos, la boca, la nariz, las orejas, los brazos y las piernas; todos con la función de ir más allá, de experimentar nuevas vivencias, de crecer como ser vivo. Aquiles posee una gran personalidad, con mucha iniciativa y una gran sensibilidad.
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