¡Buenos días!
Había una niña llamada Tanya que quería mucho a sus abuelos. Un día, ella aprendió algo muy importante: cómo pedir ayuda cuando alguien se siente mal. Tanya prestó atención, aprendió con alegría y se lo enseñó a su familia. Y gracias a eso… ¡pudo ayudar a su abuelo cuando más lo necesitaba!
Este cuento nos enseña que aunque seamos pequeños, podemos hacer cosas grandes. Podemos cuidar, ayudar y estar atentos cuando alguien necesita apoyo. Cuando vemos que alguien no se siente bien, lo mejor es avisar a un adulto o llamar a quien pueda ayudar.
Jesús, enséñame a cuidar a los que quiero. Dame ojos para ver cuando alguien necesita ayuda y un corazón valiente como el de Tanya.
Comentarios
Publicar un comentario
Comparte tu opinión de manera responsable y evita el anonimato: Escribe tu nombre, el curso y tu cole gabrielista. Muchas gracias.